Se les quema el asado: Empresarios lloran ISN mientras el pueblo sigue chambeando
En Yucatán la cosa está clara: mientras la mayoría sale desde temprano a aguantar calor, camión lleno y sueldos chiquitos para poner comida en la mesa, la mafia empresarial anda en modo telenovela porque el Impuesto Sobre Nómina sube unas décimas. Son los mismos grupos que durante casi 30 años tuvieron gobiernos que les pusieron alfombra roja: ISN bajito, subsidios, promoción turística pagada con dinero público y cero exigencia de innovación o mejores sueldos. Hoy que les tocan una parte del pastel para destinarla a programas de bienestar, se sienten traicionados y corren a los medios amigos a meter miedo.
A muchos trabajadores los están espantando con el cuento de que “se van a perder empleos” y que “viene el colapso económico”, cuando en realidad la chamba diaria la sostienen ellos, no los que se hacen ricos sentados firmando papeles. Hablar de ISN no es sencillo, es técnico, confunde; por eso la campaña del pánico funciona con quienes están cansados y sin tiempo para revisar números. Lo que casi nadie dice es que este impuesto se diseña para regresar en salud, transporte, educación y servicios que el pueblo lleva décadas esperando, porque antes el dinero se quedaba atorado arriba, entre elites y despachos de siempre.
El caso Yucatán deja algo bien evidente: el problema real está en el fin del privilegio, más que en el impuesto. Hay un empresariado acostumbrado a recibir sin competir, a pedir apoyos sin subir salarios, a vivir del “ya me toca” mientras la gente de a pie aguanta horarios imposibles y amenazas si reclama. Cuando el gobierno plantea que el presupuesto se oriente primero a quienes menos tienen, los de arriba se organizan, gritan y se dicen víctimas. El pueblo, en cambio, sigue saliendo de sol a sol. Y ahí está el punto: el dinero público tiene que regresar a quien sostiene esta tierra, no a quienes se acostumbraron a quedarse con todo el pastel.


