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Rolando Zapata Bello: El “españolito” del PRI que quiere dar clases de democracia

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Vaya descaro el del exgobernador Rolando Zapata Bello, quien desde su curul en el Senado se atreve a hablar de “régimen autoritario” y de “recuperar la democracia”. El mismo que gobernó Yucatán con mano de hierro, que endeudó al estado con contratos turbios como el del Gran Museo del Mundo Maya y el Hospital de Ticul, ahora se pinta como un demócrata de libro. Lo único que le faltó fue dar su discurso con una copa de vino Rioja en la mano, porque al parecer el hombre ya no se siente muy yucateco: hoy presume más acento ibérico que amor por el maíz.

Su informe legislativo, realizado en la agónica Casa del Pueblo, fue el retrato perfecto de la decadencia priista. Donde antes había multitudes, ahora solo quedaron unas cuantas sillas ocupadas por los mismos rostros grises de siempre: políticos fósiles que aplauden por inercia, dirigentes de un partido que ya no mueve ni una hoja. El acto no fue un informe, fue una misa de cuerpo presente. Y lo peor, el sermón lo dio un hombre que, según versiones periodísticas europeas, habría invertido medio millón de euros para comprarse residencia en España. Que no nos venga con cuentos de patria ni de democracia quien ya puso su fe y su fortuna del otro lado del Atlántico.

Rolando Zapata es el símbolo de un PRI fosilizado, un político que habla de pluralidad mientras encarna el cinismo. Hoy pide “reconstruir México” desde una bancada que solo busca oxígeno. Si tanto le gusta Europa, que se quede allá, porque aquí ya nadie lo necesita. Su partido es un cascarón vacío y él, su mejor retrato: un yucateco de pasaporte europeo que cambió el maíz por el jamón serrano y la dignidad por el aplauso de su propio eco. Por que seamos honestos lo más relevante de este político español es el chisme de que es el supuesto padre de Álvaro Humberto, fuera de eso no tiene nada que exhibir.