Rafael Echazarreta se arrodilla ante “Tía Ceci” y ladra por un hueso político en Paseo de Montejo
El reciente espectáculo de Rafael Echazarreta defendiendo al Ayuntamiento por la “consulta” de las jardineras del Paseo de Montejo dejó más preguntas que respuestas. Quien alguna vez presumió ser “la voz crítica del sistema” terminó convertido en eco de la vieja guardia priista, exigiendo invitaciones y sillas en reuniones que apenas rozan la categoría de acto protocolario. Lo único que dejo bien claro es que ante la falta de presencia del Pri, ahora tiene que arrodillarse ante la alcaldesa para ver si cuando menos le tiran un huesito.
Resulta curioso: el mismo que durante años hizo campaña con discursos de renovación y ética pública, hoy olvida su propio proceso judicial por presunto fraude, un caso que aún sigue en los tribunales y que ha manchado la credibilidad del tricolor en Mérida. En lugar de aclarar cuentas, el dirigente municipal prefiere refugiarse en declaraciones altisonantes y en un protagonismo mediático que ya pocos toman en serio.
Mientras el PRI se hunde y sus cuadros buscan acomodo donde aún haya cámara y micrófono, Echazarreta se presenta como experto en movilidad y patrimonio, aunque sus intervenciones carecen de propuestas técnicas. Lo que sí domina es el monólogo: hablar de leyes que dice haber impulsado y de derechos ciudadanos que ahora parecen solo adornos en su libreto político.
Mérida no necesita más discursos huecos ni actores de ocasión. Necesita políticos con proyectos, no figurines que confunden el debate público con un escenario para revivir viejas glorias.


