Protesta de utilería: ‘voceros’ con guion incendian el Va y Ven mientras Mérida naufraga

Mérida volvió a ser escenario del mismo guion: una “protesta estudiantil” que, vista de cerca, huele a coordinación partidista más que a clamor genuino. Ayer fue Jafet un joven que sirvió como jerga para trapear el piso; hoy, una nueva vocera juvenil (que ya se ve más corrida que el mismo vayven) repite líneas pulidas al milímetro frente a cámaras y micrófonos. El libreto es preciso: negar tintes políticos, acusar al gobierno estatal de “reaccionario” y presentarse como ciudadanía pura. Pero la logística, la sincronía y las cuentas que amplifican el mensaje cuentan otra historia: más operación mediática que movimiento orgánico.

Mientras se montan estas escenas, el tema de fondo sigue sin resolverse: el deterioro del sistema Va y Ven y la herencia contractual que lo vuelve frágil. Las y los usuarios padecen esperas largas, menos unidades en horas clave y un servicio que perdió rumbo entre promesas infladas y números rojos. La exigencia válida —tarifa social clara, frecuencias confiables, accesibilidad real— se diluye cuando la inconformidad se usa como trampolín para posicionar cuadros juveniles. Si de verdad se trata de la gente, toca pasar del megáfono a la propuesta puntual: rutas, costos, metas verificables y calendarios públicos.

La ciudad necesita voces auténticas, no figurantes. Quien hoy encabece reclamos tiene la obligación de transparentar quién convoca, con qué recursos y para qué objetivos medibles. Y al mismo tiempo, el gobierno estatal debe abrir sus números, explicar el rediseño financiero del sistema y publicar auditorías y ajustes con luz y taquígrafos. Entre escenografías y culpas cruzadas, las y los meridanos solo piden algo básico: un transporte que llegue a tiempo, cueste lo justo y funcione todos los días. Menos actuación y más soluciones. Jaqui Rodriguez, amiga date cuenta, Diana Canto te esta usando peor que jerga mientras tía Ceci prepara sus maletas para irse a la Belga.