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Mujeres del PAN: usadas, maquilladas y silenciadas

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El reciente lanzamiento de “Abogadas en Acción, Capítulo Yucatán”, impulsado por Álvaro Cetina, pretende venderse como una iniciativa de equidad y empoderamiento femenino dentro del PAN Mérida. Pero basta escuchar las palabras del propio diputado —“viene lo bueno con las mujeres al frente del fortalecimiento del PAN Yucatán”— para entender que no se trata de equidad, sino de estrategia. De marketing político. De un intento desesperado por humanizar a un partido que históricamente ha usado a las mujeres como accesorios de campaña y escudo de corrección política.

Detrás de esta “red” se asoma la mano de Diana Canto Moreno, estratega silenciosa del panismo local, exdirectora del INDEMAYA y fiel guardiana del guion que sostiene a un Cetina cada vez más perdido. Ella, que podría liderar con mérito propio, se conforma con limpiar las torpezas verbales de su pupilo, ajustarle el discurso y mantenerlo en pie ante la opinión pública. En el PAN, la mujer no dirige: maquilla. No propone: respalda. No manda: obedece. Es la misma receta de un partido que, mientras presume paridad, sigue manejando la política con los mismos de siempre… los hombres de corbata y sonrisa forzada.

La llamada “Red de Abogadas” no es más que una vitrina: jóvenes reclutadas para llenar espacios, posar para la foto y proyectar una falsa imagen de inclusión. En el fondo, siguen siendo parte del decorado del patriarcado azul. Porque en el PAN la mujer no es protagonista, es utilería. Y mientras los discursos se llenan de palabras como “liderazgo” o “igualdad”, lo único que sigue firme es la costumbre de tener a las mujeres como Diana Canto detrás, sosteniendo los egos, limpiando los errores y conformándose con las migajas de las babas de los mismos payasos de siempre.