Los favores se reciclan: el “reconocimiento” empresarial que huele a negocio en Mérida
Cuando el dinero y la política se dan la mano, el aplauso nunca es gratis. La reciente “distinción” del Grupo Yucatán hacia Cecilia Patrón Laviada por su supuesto liderazgo ambiental en Mérida Limpia deja más preguntas que reconocimientos. Detrás del micrófono, el empresario Juan Manuel Ponce, del consejo de Bepensa, se desvive en elogios a la alcaldesa por su “visión ecológica”, justo cuando su grupo obtiene mayor presencia y permisos para colocar contenedores, operar módulos y acceder a zonas donde pocos particulares pueden.
No se trata solo de residuos, sino de reciprocidad. Este tipo de alianzas público-privadas disfrazadas de filantropía son el terreno perfecto para favores cruzados, permisos exprés y control de contratos bajo el lema de la “colaboración ciudadana”. En una Mérida donde cada metro cuadrado vale oro, tener acceso directo al Ayuntamiento es tener poder: decidir dónde colocar infraestructura, influir en la planeación urbana y asegurar beneficios con la venia del gobierno municipal.
Mientras se celebra la entrega de siete contenedores —una donación simbólica comparada con los millones que genera el negocio del reciclaje—, los ciudadanos se preguntan si la limpieza de Mérida empieza en las calles o en los escritorios donde se firman los convenios. El gesto “ambientalista” se siente más como una inversión política que como un acto de conciencia ecológica. Porque en esta ciudad, la basura cambia de forma, pero el olor del compadrazgo siempre termina saliendo a la luz.
Queda totalmente claro que en la Mérida panista los empresarios tienen poca dignidad que tienen que lamer los zapatos llenos de excrementos y lixiviados de una alcaldesa sin rumbo.


