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La ultraderecha desata su propia guerra: Michoacán, laboratorio del caos y del PRIAN

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México enfrenta una guerra silenciosa, diseñada desde los estudios de televisión y los cuartos oscuros del poder. No es una guerra declarada, pero sí orquestada. Desde Televisa y TV Azteca se repite un libreto gastado: distorsionar, editorializar y sembrar miedo. La consigna es clara: invisibilizar los logros de la 4T y convertir cada tragedia en arma política contra la presidenta Claudia Sheinbaum. Mientras tanto, el país observa cómo en Michoacán —tierra marcada por la corrupción del exgobernador Silvano Aureoles, aliado del PRIAN— se reactivan viejas estrategias de provocación. Bloqueos carreteros, asesinatos selectivos y marchas supuestamente juveniles con banderas de anime sirven de pantalla para el nuevo capítulo de una oposición que no sabe vivir sin el conflicto.

Detrás del discurso de “indignación ciudadana” hay un patrón que se repite desde hace décadas. Los mismos que militarizaron al país en 2006 con la “guerra contra el narco” hoy juegan a incendiarlo otra vez. En aquel entonces, Felipe Calderón —también michoacano— convirtió a su estado natal en zona de guerra; hoy, Aureoles y sus cómplices políticos hacen lo propio desde la impunidad. Auditorías federales revelan más de 3 mil 600 millones de pesos desviados durante su gobierno, irregularidades en contratos, deudas sin justificación y una estructura financiera podrida que dejó a Michoacán en ruinas. Ahora, el exmandatario se escuda tras amparos mientras los mismos medios que antes callaron sus excesos lo presentan como “perseguido político”.

Michoacán vuelve a ser el tablero de una guerra fabricada. Lo que la oposición vende como “protestas ciudadanas” no es más que el ensayo de un golpe mediático que busca sembrar caos y debilitar al gobierno federal. Pero la historia enseña: cada vez que la derecha se disfraza de víctima, detrás hay intereses económicos y políticos moviendo las piezas. La verdadera batalla no está en las calles, sino en la mente de quienes aún creen que el PRIAN representa orden. Hoy, más que nunca, México debe reconocer que la guerra que enfrentamos no es entre ciudadanos, sino entre la verdad y la manipulación.