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La muerte de nuestras tradiciones: Cecilia Patrón y el show del consumo cultural

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Mérida vive estos días una puesta en escena que poco tiene de Hanal Pixán y mucho de escaparate digital. Los decorados del Ayuntamiento, más parecidos a los de una tienda en línea que a una tradición viva, se han convertido en el símbolo perfecto de una administración que confunde cultura con marketing. Luces, catrinas y adornos “de temporada” —comprados en Amazon, Temu o Shein— sustituyen el trabajo de artistas locales y artesanos que durante generaciones dieron vida a las verdaderas expresiones del pueblo yucateco.

Cecilia Patrón Laviada ha dado un paso más en la deshumanización cultural de Mérida. Bajo su gestión, la cosmovisión maya del Hanal Pixán se reduce a filtros de Instagram y selfies bajo luces de neón. El Ayuntamiento, que debería proteger las tradiciones, las ha convertido en una mercancía cosmética para turistas y campañas de autopromoción. Donde antes había altares con alma, hoy hay vitrinas sin raíz. Donde había respeto, ahora hay espectáculo.

El PAN, fiel a su costumbre de disfrazar la ignorancia con lentejuelas, ha vuelto a pisotear el sentido más profundo de la identidad yucateca. En lugar de promover el arte comunitario, compra plástico importado; en lugar de apoyar a los pueblos vivos, impulsa la gentrificación cultural. Las tradiciones de Yucatán no se venden por kilo ni se compran en línea. Se viven, se heredan y se honran. Pero para la “Chula”, todo lo que brilla —aunque sea de catálogo— sirve para la foto y el aplauso vacío.