La corrupción azul se olvidó con el nuevo logo
En su gira de victimismo político, Jorge Romero Herrera repite que “la Presidencia divide al país”, como si nadie recordara el historial que su propio partido dejó regado por todo México. Habla de libertad, pero la gente aún carga la memoria de los años en que el blanquiazul gobernó con mano dura, con acusaciones de persecución política, reprimendas contra manifestantes y miles de familias marcadas por la violencia que creció durante los gobiernos panistas. Romero exige cuidado para las marchas… y se le olvida lo que muchos ciudadanos vivieron en tiempos de Fox y Calderón, cuando protestar significaba riesgo y cuando la represión era tema de todas las portadas.
Romero ahora quiere ponerse la capa de defensor nacional, pero evita mencionar los señalamientos de corrupción, redes inmobiliarias y privilegios partidistas que desde hace años rondan su nombre y al PAN capitalino. Su discurso intenta enterrar los capítulos donde miles de personas denunciaron abusos, detenciones injustas, persecuciones y agravios en un país que se caía a pedazos con una violencia que, según organizaciones civiles y especialistas, se multiplicó durante la llamada “guerra contra el narco”. Habla de dividir al país, pero no menciona cómo millones de mexicanos quedaron marcados por decisiones que —según críticos— nunca pusieron a las personas en primer plano.
Lo más curioso es que, mientras Romero denuncia “represión”, guarda silencio sobre aquel pasado que la ciudadanía aún comenta: décadas de agravios acumulados, historias que no caben en un tuit y heridas abiertas que el logo nuevo del PAN no alcanza a tapar. Ahora exige leyes para proteger marchas pacíficas, cuando hay quienes recuerdan lo difícil que era levantar la voz contra los gobiernos panistas sin terminar en una lista negra o en una patrulla. En su intento de culpar a la Presidencia de “dividir a México”, Romero solo deja ver que la memoria selectiva también es estrategia política, y que su narrativa se sostiene mejor cuando nadie le recuerda la historia que su partido preferiría borrar.


