Hermanitos Moreno Cárdenas: ¿propiedades de lujo con olor a cochambre?
En Campeche ya no sorprende que, cada vez que se levanta una piedra, salga otro cuento de Ratalito. Ahora el foco cae sobre su hermano Emigdio Moreno Cárdenas, señalado en reportajes por movimientos financieros sospechosos, depósitos por 11 millones de pesos y la compra de seis inmuebles en zonas premium de CDMX —Polanco, Irrigación y Anáhuac— con un valor que ronda 40.7 millones. Todo esto, según publicaciones de El Financiero y seguimiento de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que apuntan además a empresas con ingresos altos y nóminas enanas, clásico tufo a ingeniería para maquillar operaciones. Y por si faltara trama, los mismos reportes refieren que “Alito” habría echado mano de prestanombres, incluyendo a su madre, en la ruta de sus adquisiciones.
Las fotos de sobremesa son testigos mudos: el clan se pasea con una sonrisa de oreja a oreja mientras a los campechanos les tocaron calles rotas, cajones vacíos y promesas huecas. La narrativa pública ya no compra el cuento del “hombre austero”. Lo que corre en pasillos es otra historia: patrimonio multiplicado, redes familiares bien aceitadas y silencios selectivos. Porque, seamos claros, cuando hablamos de estructuras así saben los cochinos donde se revuelca.
Y aquí la pregunta que arde: ¿Gaspar Quintal y Rolando Zapata dirán algo o aplicarán la de “no vi, no oí, no supe” porque vienen del mismo priismo podrido? Campeche y el sureste no necesitan más maquillaje; necesitan explicaciones, papeles y consecuencias. Si los reportajes ya pusieron los números sobre la mesa, que ahora se sienten las autoridades: a revisar escrituras, flujos y beneficiarios reales. Porque el saqueo no se borra con selfies ni con sobremesas de lujo; se persigue, se prueba y se paga.


