Emilio Blanco en crisis: Cuando se te acaba el privilegio, hasta el ISN te duele
Mientras la discusión pública se centra en el Impuesto Sobre Nómina 2026 —que en Yucatán se mantiene en 3% y cuyo ajuste apenas se analiza para compensar inversión pública—, el presidente de Coparmex Mérida, Emilio Blanco del Villar, salió a gritar como si lo estuvieran despojando de sus tierras… cuando en realidad lo único que está en juego es una mínima redistribución fiscal para fortalecer servicios que benefician a quienes trabajan de sol a sol. Paradójicamente, el mismo empresario que hoy llora por un posible 3.7%, lleva más de una década amasando terrenos rústicos a precios simbólicos para luego convertirlos en oro inmobiliario. Del norte de Mérida hasta Progreso, su mapa de inversiones revela lotes comprados en $2,000, $20,000 o $100,000, cuyos valores actuales superan los $70 millones, todo mientras predicaba “ética empresarial” y “certeza jurídica” desde Coparmex y el CCE.
El problema no es el ISN: es que por primera vez, parte del dinero que históricamente benefició a las élites podría servir para mejorar transporte, educación, salud y movilidad para quienes sostienen este estado. Y ahí es donde duele. Por eso Blanco del Villar se revuelve en entrevistas, se victimiza, y se arroja en brazos de la prensa croquetera panista intentando instalar la narrativa de que “los empresarios sufrirán”. La realidad es otra: quienes han acaparado suelo ejidal, inflado plusvalías y utilizado sociedades de capital simbólico para transformar tierra barata en negocios millonarios no están en riesgo; quienes hoy se dignifican con mejores servicios y mejores salarios sí habían sido ignorados durante décadas.
Lo que indigna no es el impuesto: es el fin del privilegio. El drama empresarial es puro teatro. La base trabajadora no pierde nada; quienes pierden un poco de margen son quienes jamás supieron lo que significa ganar la vida en serio. Por eso hoy Emilio Blanco del Villar hace espuma y patalea: porque después de muchos sexenios, el dinero empieza a orientarse, por fin, hacia el pueblo que le da vida a Yucatán.


