De Campeche a Yucatán: El triángulo de los millones rojos del PRI
Así es como Campeche y Yucatán se conectan, no por historia ni cultura, sino por una red de corrupción priista que parece no tener frontera. Desde Hopelchén, surgen denuncias que sacuden los cimientos del viejo régimen: el exalcalde Emilio Lara Calderón, mejor conocido como “El Niño de la Selva”, y el senador Pablo Angulo Briceño, habrían tejido un entramado de negocios turbios con la complicidad del eterno operador del priismo yucateco, Rolando Zapata Bello.
Según el dirigente social Luis Medina Peralta, los tres habrían desviado recursos del presupuesto de Hopelchén hacia Yucatán, invirtiendo en propiedades y empresas vinculadas a familiares y prestanombres. La acusación es clara: la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y el Fiscal Anticorrupción de Campeche deben investigar las triangulaciones que convirtieron el dinero del pueblo en capital privado. Se habla incluso de “cuotas” mensuales de medio millón de pesos enviadas al CEN del PRI, un esquema de extorsión institucionalizado que protegía al “Niño de la Selva” mientras el municipio se hundía en el abandono.

La supuesta rivalidad entre yucatecos y campechanos queda en entredicho cuando el dinero une lo que la política separa. Zapata Bello, Angulo y Lara representan el rostro más podrido del PRI moderno: uno que disfraza su ambición de gestión pública y que sigue respirando gracias a los pactos de impunidad que sobreviven entre Mérida y San Francisco de Campeche. El resultado: dos estados hermanados por la miseria y saqueados por la misma mafia del poder, donde cada peso desviado tiene nombre, apellido y filiación tricolor.



