Claudia Sheinbaum: claridad, temple y poder popular frente al miedo del PRIAN
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha vuelto a demostrar que el poder verdadero no se impone: se ejerce con claridad, serenidad y respeto al pueblo. Frente al ruido mediático y las pataletas de la oposición, la mandataria dejó claro que la revocación de mandato no será un juego político ni una trampa electoral, sino un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas. Sheinbaum pidió no precipitarse con la reforma para adelantar la consulta a 2027, insistiendo en un debate serio, abierto y sin prisas, porque gobernar —dijo— es escuchar, no imponer.
Mientras el PRIAN se revuelca en su propio descrédito, intentando sembrar miedo con discursos de desesperación, el país recuerda que ya vivimos una revocación de mandato en 2022, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador se sometió a la voluntad ciudadana y obtuvo el respaldo de más del 90% de los votantes. Aquella consulta, inédita en la historia nacional, marcó un precedente democrático que la derecha nunca entendió: el pueblo tiene la última palabra, no los caciques ni las cúpulas empresariales.
Hoy, los de siempre —los mismos que destruyeron México entre privatizaciones, fraudes y pactos en lo oscuro— tiemblan ante la idea de una presidenta con legitimidad popular y temple de hierro. Porque ya no pueden dictar el orden del día, ya no controlan el relato ni las instituciones. La ultraderecha, que antes se creía dueña del país, ahora solo es eco de un pasado que huele a corrupción y pañal usado. México ya no se rinde ante los mismos apellidos: el país del presente camina con Sheinbaum, con el pueblo y con una visión clara de futuro.


