Cecilia Patrón Laviada ya no llora, factura bajo el agua
En Mérida ya no sorprende que Cecilia Patrón Laviada prefiera el show antes que la chamba, pero esta vez se voló la barda. Con su anuncio triunfal del concierto de Shakira —un evento 100% privado— la alcaldesa volvió a demostrar que su bocota y su ego pesan más que cualquier intención de bienestar para el pueblo yucateco. Ni se tomó la molestia de recordar que la última visita de la colombiana dejó una mancha política imborrable: el desatino de Angélica Araujo que terminó hundiendo al PRI y que los meridanos aún seguimos pagando. Pero como buena panista, Cecilia no desaprovecha oportunidad para saludar con sombrero ajeno.
Lo que sí quedó clarísimo es cómo la munícipe ha logrado poner de rodillas a más de un empresario local y nacional, a tal grado que el anuncio luce más como un acto de sumisión empresarial que como un logro de ciudad. La promotora nacional OCESA aparece cómoda, sonriente, convenientemente agradecida… mientras Cecilia se cuelga una medalla que no le pertenece y presume un “éxito” que solo existe en su narrativa. Y mientras tanto, ¿qué pasa con baches, luminarias, basura, movilidad o bienestar? Nada. La ciudad se cae a pedazos, pero la alcaldesa prefiere bailar “Las mujeres ya no lloran” aunque la Mérida real esté llorando desde hace años.
Shakira llega, sí. Pero llega como cortina de humo. Como distractor emocional que pretende esconder lo que no se resuelve. Como propaganda disfrazada de concierto internacional. Y mientras la colombiana prepara el escenario, Cecilia prepara la foto: esa donde parece traer un megaevento… aunque no haya movido un dedo para traerlo. Lo único que falta es ver a la colombiana ondeando una bandera panista. Porque si algo ha dejado claro esta administración es que donde hay reflectores, hay ego; donde hay empresarios arrodillados, hay narrativa inflada; y donde hay espectáculo, hay humo. Mucho humo.


