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Ceci juega con Shakira: Circo, atole y política electorera en Mérida

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De nuevo, la tía Ceci aparece con sonrisa amplia y sombrero ajeno, intentando vender como logro propio lo que no le pertenece. La panista presume eventos como si de su cartera salieran, cuando la realidad es otra: empresarios, marcas y promotores mueven los hilos mientras ella se cuelga el espejo como si fuera estrella pop. En lugar de rendir cuentas, prefiere la fotografía, el foco y la propaganda disfrazada de “shows gratuitos”, engañando a quienes un día creyeron en su palabra. Porque aquí no se trata de cultura ni de entretenimiento… se trata de campaña con brillo ajeno.

La estrategia es clara y peligrosa: usar el nombre de Shakira como bandera política, como si un concierto —que ni es suyo ni surge del Ayuntamiento— pudiera limpiar la imagen desgastada por años de promesas rotas. Las mujeres ya no lloran, pero Ceci parece creer que las mujeres toman atolito con el dedo y aplauden sin preguntar quién paga, quién gana y quién factura. El evento se vuelve un espectáculo paralelo donde las luces encandilan y la verdad se difumina. Un circo armado para mover emociones, no soluciones.

Mientras el pueblo se emociona con boletos y fotos, los beneficios reales se quedan entre mesas privadas, acuerdos empresariales y un PAN hambriento de aplausos preelectorales. Porque aquí lo verdaderamente grave no es la música, es cómo se usa el entretenimiento para disfrazar política. No es el concierto… es el teatro. Y en este teatro, Cecilia Patrón no canta: manipula, presume y acomoda el reflector para hacer creer que la ovación es para ella. Pero Mérida ya despertó —y no está para coreografías electorales. ☠️✨