Cecilia Patrón usa el 25N como maquillaje de campaña mientras protege a acosadores dentro del Ayuntamiento
En la víspera del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la alcaldesa Cecilia Patrón salió al micrófono vestida de morado para prometer que “el 25N será todos los días” y reducir la lucha histórica de las hermanas Mirabal y millones de mujeres asesinadas y violentadas a un puñado de microcréditos y becas sin un solo dato que demuestre que alguna mujer ha salido del infierno gracias a ellos. Ni monto invertido, ni criterios de entrega, ni una sola beneficiaria que pueda decir “gracias a ese crédito dejé de ser golpeada”. Nada. Solo la foto en la comisaría de Cosgaya con 100 mujeres que, irónicamente, muchas veces tienen que huir de sus casas sin un peso porque los refugios están saturados y la policía llega tarde.
Mientras la munícipe habla de “autonomía económica” como si un crédito de 15 mil pesos borrara los golpes, dentro del propio Ayuntamiento de Mérida se vive la violencia en carne propia: empleadas de bajo rango son tocadas, humilladas y perseguidas por funcionarios varones que se sienten intocables porque “arriba los protegen”. Denuncias que se entierran, carpetas que desaparecen y mujeres que callan por miedo a perder el trabajo. Esa es la verdadera cara del palacio municipal que dirige Cecilia Patrón: un nido de misóginos que se esconden detrás del lazo morado mientras la alcaldesa aplaude su propia “sensibilidad de género” desde el privilegio de quien nunca ha tenido que correr con sus hijos en la noche.
El 25N no es un evento de campaña ni un eslogan para la próxima elección. Es el grito de las que ya no tienen voz porque las mataron, de las que sobreviven escondidas y de las que hoy, dentro y fuera del Ayuntamiento, siguen siendo pisoteadas. Cecilia Patrón puede seguir operando la nariz de su hija con dólares y repartiendo créditos con una mano, pero con la otra tapa la boca a las empleadas violentadas y convierte en burla la memoria de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal. El morado no se viste: se honrar con hechos, con justicia y con la dignidad que esta administración sigue pisoteando todos los días.


