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Se “esfumaron” $5.7 millones en Servilimpia. El bote de basura salpica a Renán y arrincona a Cecilia

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Servilimpia llevó a la Fiscalía Anticorrupción una denuncia por presuntos gastos no comprobados por ≈ $5.7 millones en 2024, “contra quien resulte responsable”, informó su director, Gerardo Bolio de Ocampo. El propio organismo admite que la Contraloría Municipal integró el expediente tras revisiones internas. El dato pega directo en la línea de flotación del renanismo, pues el periodo observado coincide con la administración anterior y reabre la pregunta incómoda: ¿la paramunicipal fue caja chica o simple desorden contable? En cualquiera de los dos escenarios, el daño es público.

En paralelo, Cecilia Patrón Laviada intenta tomar distancia con discurso de “cero tolerancia”, pero la narrativa choca con la realidad: mientras corre la denuncia, se arma puesta en escena con premios y palmaditas al área de limpieza. Críticos ven cortina de humo: se repite el modelo renanista—control del relato, reparto de culpas y protección de capital político—justo cuando la alcaldesa necesita despejar el camino rumbo a la reelección y, eventualmente, a la gubernatura. El problema no es quién posa para la foto; es quién firmó, quién autorizó y quién permitió que el dinero de Mérida “desapareciera”.

La ruta es clara y verificable: publicar auditorías completas, facturas y pólizas, nombrar involucrados, suspender preventivamente a quienes aparezcan en los hallazgos, y dar seguimiento público a la carpeta en Fiscalía. Si hubo saqueo, que se sancione y se recupere el dinero; si fue negligencia, que se asuman responsabilidades. Mérida no necesita más maquillaje: necesita cuentas claras para que la basura deje de tapar lo que huele peor—la opacidad.