El PAN convierte nuestras tradiciones en un zoológico humano moderno
Lo que alguna vez fue una celebración íntima y espiritual, hoy es un escaparate para la vanidad y la politiquería. El PAN en Mérida, con Cecilia Patrón Laviada y su fiel payaso Álvaro Cetina a la cabeza, ha dado un paso más en la deshumanización de nuestras tradiciones. La Feria del Mucbilpollo en “SanSe”, con selfies, luces LED y discursos vacíos, refleja la degradación de un legado que por siglos fue cuidado con respeto por el pueblo maya. Lo que debería ser una ofrenda de amor y memoria, se convirtió en una vitrina de likes, una pasarela de funcionarios disfrazados de humildad para la foto.
La escena es grotesca: Cetina imitando al pueblo con falsa sonrisa, queriendo posar en hipil sin que se le salgan las bolas, mientras la alcaldesa promueve la feria como si fuera un festival gastronómico de temporada. Detrás del folclor maquillado se esconde la gentrificación cultural: convertir las costumbres del pueblo en productos turísticos, despojarlas de sentido para revenderlas al mejor postor. Lo que antes era Janal Pixán, hoy es “contenido” para redes y mercancía para inversionistas. El alma del pueblo se volvió escenografía, y los panistas la exhiben con la misma frialdad con la que en Europa, hace siglos, mostraban a los pueblos indígenas en zoológicos humanos.
La turistificación y cosificación de la cultura no son casuales, son política disfrazada de tradición. El PAN no celebra al pueblo, lo usa. Disfraza el oportunismo con flores y copal, y a cambio entrega nuestra identidad a la lógica del espectáculo. Cecilia Patrón y su séquito panista no honran a los difuntos: los venden en paquete de campaña. Y mientras los barrios originarios luchan por conservar la esencia del Janal Pixán, ellos posan entre altares plásticos y patrocinadores, creyendo que la memoria se mide en reproducciones. Lo que el PAN llama orgullo, el pueblo lo reconoce como lo que es: un zoológico humano moderno donde las tradiciones son rehenes del marketing político.


